—¡Este es el camion! ¡Aguántalo que de aquí voy a tomar para los cilindros! ¡Trae la carretilla!
Este es mi
día a día en la obra. Muestrear camiones de premezclado, hacer ensayos de
asentamiento, fabricar cilindros, tomar densidades en los rellenos rogando que
los locos de los operadores no me pasen una máquina por encima, encaramarme en
los camiones para tomar temperatura de la mezcla asfáltica y recibir las
papeletas de entrega como si yo fuera «chequeador», y al final del día regresar
a la oficina a pasar todo en limpio para archivar y preparar los informes. No me pagan mucho,
pero aprendo cada día y eso me mantiene muy entusiasmado.
—¡Dale,
poco a poco!, le grito al chofer del trompo de concreto para que descargue un
bache en mi carretilla y ¡plaf! Que me ensucia toda la camisa…otra vez.
Me gradué
de ingeniero civil hace un par de meses y tengo un mes trabajando aquí como
laboratorista de control de calidad, pero esta gente no se cansa de hacerme
bautizos a cada rato. ¿Quién me manda a graduarme de 20 años? Además, esta
delgadez y esta cara de chamo que no me ayudan. Debí haberme ido un año a
estudiar inglés en Atlanta, como me aconsejaron, o haberme ido de mochilero a Europa.
Estaba sumido
en mis pensamientos mientras le daba los golpes con la barra a la mezcla dentro
de los moldes para elaborar los cilindros de concreto cuando siento detrás de
mí una voz gruesa que me reclama.
—No está
dando 25 golpes a cada capa.
Me detengo
y me vuelvo para dar la cara a quien me interrumpe. Se trata de un hombre de
estatura mediana, en sus cincuenta años. Por lo que me deja ver su impecable
indumentaria de seguridad, es de tez morena y talante adusto. Su carnet tenía
el escandaloso color naranja de mi cliente. Me di cuenta que por estar
distraído muy posiblemente no estuve dando los golpes que había que darles,
pero no estaba dispuesto a aceptar mi equivocación. Intenté un recurso de defensa
pero fui interrumpido por una avalancha de reclamos antes de poder articular siquiera
una frase.
—Le he estado supervisando. No tomó el bache de muestra de los tres tercios
del camión, sino solo del primero. Su gabinete de transporte de cilindros no
tiene aserrín. Además, no usa Ud. un nivel para asegurar la horizontalidad de
la base en el ensayo con Cono de Abrams.
Para ese momento ya teníamos al rededor un
buen número de obreros que curiosos no querían perderse el más mínimo detalle
de la incipiente discusión. Si bien esta gente no me respetaba por mi juventud,
yo sentía que al menos tenían alguna reserva por lo que hubiera podido yo haber
aprendido en la universidad, y mi ego me decía que era el momento de defender
esa mínima reserva a toda costa, si quería permanecer «con vida» en esa obra.
—Creo que
se equivoca, señor…
—Vicente
Guerrero, ingeniero civil y gerente de QA/QC de esta obra, me dijo marcando
cada palabra con sobrada autoridad, casi sin dejar ver su dentadura, y en un impecable
español con acento mexicano.
—Ing. Guerrero,
creo que se equivoca. El procedimiento por el que fui entrenado no hace
referencia a esos detalles—dije con la verdad, y el número de golpes que estoy
aplicando es el correcto—aquí sí mentí.
Los obreros
estaban haciendo la delicia. Lo que estaba sucediendo iba a dar comida para el
cotilleo por varias semanas.
Guerrero se
acercó a mí hasta poder leer mi carnet sin ningún escrúpulo.
—López,
Carlos, Laboratorista.
Y luego de
una breve pausa que pareció eterna agregó.
—Ud.
trabaja para mí. Tengo derecho de preguntarle cuál es ese procedimiento por el
que fue entrenado.
Empecé a
sudar frío. Realmente el entrenamiento que recibí fue una tarde que uno de los
laboratoristas de mi empresa me explicó cómo hacer los ensayos y eso es lo que
repetía de memoria. Pero presentía que Guerrero me estaba preguntando por algún
procedimiento estándar. Sin saber de dónde me salieron esas palabras le dije en
tono fuerte pero no convencido:
—ASTM, el
procedimiento por el que fui entrenado es ASTM.
—¿ASTM?,
preguntó como si no creyera lo que le estaba diciendo. ¿Qué número? ¿Qué año de
actualización?
Me sentí desnudo.
Mi cara debió haber sido un poema.
—Aaahorita
no lo recuerdo, pero puedo ir a la oficina, buscar el documento y comprobarle
lo que digo.
—Bien,
López, vaya a su oficina y nos vemos en este mismo sitio en una hora.
Mientras
manejaba de regreso a mi oficina pensaba con la angustia de quien ha cometido
un pecado que clama al Cielo.
—En qué lío
me he metido. Yo y mi bocota. ¿De dónde
salió este sabelotodo?
Llegué a la
oficina con cara de haber perdido un ser querido, pero con la esperanza de
encontrar algún argumento para defenderme de Guerrero. Solo pensaba en el gesto
morboso de los obreros esperando mi error para engullir lo que quedaba de mi
reputación en un solo intento.
Le comenté
a mi jefe lo sucedido y se dio cuenta del problema; en parte lo que me pasaba
también era su responsabilidad y, de confirmarse, también su error por no haberme entrenado adecuadamente. De la
pequeña biblioteca de la oficina, me consiguió un par de gruesos y empolvados
ejemplares de las normas ASTM para suelos y concreto, respectivamente, pero
desactualizadas hace 10 años. Bueno, esto no debe haber cambiado mucho, pensé rápido
tratando de tranquilizarme.
Hojeé el
libro de lado a lado con desesperación tratando de encontrar algún estándar que se le pareciera a tomar
muestras para cilindros. Agradecí a todos los santos haber aprendido inglés con
cierto dominio. Finalmente encontré lo que buscaba: «ASTM C 172: Standard
Practice for Sampling Freshly Mixed Concrete».
Mientras
leía el estándar mi esperanza se esfumaba como agua entre los dedos, se fugaba
el color de mis mejillas. Me daba cuenta de que el procedimiento tenía no solo los
detalles que me pedía Guerrero, sino muchos más y que yo desconocía. ¡Plaf!
Volvió ese sonido a mis oídos, pero en vez de en mi pecho, esta vez me estalló
en la cara. Y hablando de cara…
—¿Con qué
cara me le voy a presentar a Guerrero?, pensé en voz alta, ¿con qué cara me le
voy a presentar a los obreros? Pensé en voz alta mientras se me helaba la
sangre.
—¤—
Freddy J. Sánchez-Leal.
@ramcodesCEO
Lee el segundo capítulo: UN DISCÍPULO Y UN MAESTRO en: http://blogramcodes.blogspot.com/2012/09/un-discipulo-y-un-maestro.html
Lee el segundo capítulo: UN DISCÍPULO Y UN MAESTRO en: http://blogramcodes.blogspot.com/2012/09/un-discipulo-y-un-maestro.html
Muy buena anécdota! en espera de más no todas se pierden :)
ResponderEliminar¡Hola! Muchas gracias. Sí, la intención es subir una semanal con las peripecias de este novel ingeniero Carlos López. Así tal cual es, no se pierden todas. Veamos qué sucede ahora al enfrentarse con Guerrero...y los obreros. :)
EliminarPues vamos a ver como se defiende mientras aprende!!
ResponderEliminar:)
Eliminargracias, realmente disfruté tu relato. sin duda, situaciones similares a la del protagonista de la anécdota, las han vivido muchos de los principiantes y otros no tan nuevos, en esas labores..
ResponderEliminar¡Gracias! Es cierto. El próximo jueves seguimos.
EliminarChamo! A veces es mejor decir "lo siento, la cagué..." en vez de defender lo indefendible... Pero, estas experiencias JAMAS se le olvidaran al novato...
ResponderEliminarVictor, mi pana, muchas gracias por el aporte de tu comentario. Abrazo a la familia y saludos a toda RD.
EliminarExcelente relato muchos de nosotros hemos vivido algo similar. Saludos.
ResponderEliminarDiego, muchas gracias por tu comentario. Es un gusto saber eso. Saludos y ya sabes que el próximo jueves seguimos con el relato. Saludos.
Eliminarjajaja muy bueno a todos nos acurre algo as en algun momento. me ha pasado y he aprendido bastante del que en su debido momento me da mi trancazo.
ResponderEliminarManuel, muchas gracias por la estupenda contribución de tu comentario. Si gustas, comparte este artículo con otros colegas. Ya sabes, el próximo jueves esta historia continúa. Saludos.
EliminarYo igual soy recién graduado, y estoy pasando por experiencias similares, solo que yo estoy en el área de presupuestos.
ResponderEliminarHaber si un día me doy el animo de relatar una de mis tantas aventuras.
Saludos desde México.
José, me complace mucho este comentario. Claro que sí, aquí en este espacio puedes publicar tu anécdota que con toda seguridad será muy bien recibida. Por cierto ¿ya leíste el 2do capítulo? http://blogramcodes.blogspot.com/2012/09/un-discipulo-y-un-maestro.html
EliminarUn gran saludo para México. ¿Ya imaginas en qué pueblo de Guerrero nació el Vicente Guerrero de esta historia?
Sr freddy, ese carlos lopez se refiere al carlos lopez que fué laboratorista en el tigre???
ResponderEliminarNo, este Carlos no es el buen amigo Carlos Lopez De El Tigre.
EliminarMe encanta este bolg por lo fresco, lo que pretende y los que nos deja ver... Todos tenemos nuestro Carlos por dentro y la tarea es reconocerlo para aprender... Excelente Freddy... Apenada contigo por no darte respuesta de lo q me solicitaste el año pasado y intente buscar tu correo y no lo consegui... Por favor si aun puedo ayudarte enviamelo nuevamente para recordar exactamente lo que necesitabas... Prometo constestar inmediatamente, permiteme rectificar.
ResponderEliminarMaría Alejandra, muchas gracias por este sabroso comentario y por tu respuesta.
EliminarNo te preocupes. Mira, ese trabajo lo terminamos pero le sigue faltando una revisión desde tu ojo profesional. Voy a juntarlo todo y te lo envío para una nueva consulta.
Abrazo,
Freddy.
Recuerdo (1964) siendo aun laboratorista y con 20 años y VI semestre llegué con mi concha y cono para tomar un cilindro. Paré a un obrero que venía con un carretón hacia la base de un muro que estaban vaciando. El maestro le hizo una seña al obrero y este me rodeó y siguió para la zanja. El maestro me dijo: No vale, ese no es el de la prueba! Siempre lo conté en clases para estar preparados contra la trampa.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMariangely, muchas gracias por el comentario. Pues yo diría que hay que estudiar mucho, prepararse, analizar y amar lo que uno hace. La ingeniería no es distinta de la vida misma; con base en esto, al hablar hay que primero escuchar y siempre pensar que uno es dueño de lo que calla, pero esclavo de lo que dice. Pero no te angusties, el fracaso es siempre bienvenido porque el éxito viene de los buenos resultados, los buenos resultados vienen del buen juicio. A su vez, el buen juicio viene de la experiencia, y la experiencia viene de aprender de los fracasos. Así que no le temas a fracasar porque el fracaso no es lo opuesto al éxito; en tanto que la mediocridad sí lo es. Saludos y hasta la próxima.
Eliminarme encantaa quiero seguir leyendo :) excelente blog, novela, sencillamente me encanta como adaptas todo a la realidad..... solo te digo algo me pusiste nerviosa :/ pero siempre hay una primera vez uno nunca se las sabe todas y hay momentos que bueno.... en mi particular pienso que hay q estar relajado y analizar bn las preguntas qe te hacen pero sin tardar demasiado, se que los nervios traicionan y uno dice lo primero qe le viene a la cabeza, pero siempre me han dicho "que por mas novato que sea, uno no debe quedarse callado porque??" mi respuesta es que si uno calla quedara como que no sabe nada o qe se yo y ahorita los Ing deben ser analistas, tener propuestas, e innovadores no se si es q lo he visto día día... tu que opinas ??
ResponderEliminarMuy bueno, yo creo que a la mayoria de los ingenieros junior les pasa esa realidad. Pero ese error te sirve para que nunca mas te equivoques.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario
EliminarEstoy a punto de graduarme de ing-civil Ucla y como me he identificado con este personaje xD, pero en mi caso al realizar pasantías.
ResponderEliminarMuy buena Historia ya enfiefrao pa seguirla jeje.
Saludos cordiales desde Barquisimeto.
Carlos, estamos muy agradecidos por el comentario. Muchos saludos a toda la siempre recordada UCLA
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